Dicen que recordar es vivir, yo no estoy de acuerdo con esta frase.La vida nos enfrenta a cosas malas y buenas, nosotros nos encargamos de tomar lo bueno y desechar lo malo, mis viajes de cada año me han ayudado a ser mejor como persona, poder dar lo mejor de mí, ayudar a los que pueda, ofrecer lo que pude ofrecer, dar sin recibir a cambio, aprender de aquellos consejos que me han dado. Gracias…muchas gracias a aquellas personas que en mi vida han estado, que en los viajes he compartido y espero seguir compartiendo…con afecto…David Zevallos *****Dicen que recordar es vivir, yo no estoy de acuerdo con esta frase.La vida nos enfrenta a cosas malas y buenas, nosotros nos encargamos de tomar lo bueno y desechar lo malo, mis viajes de cada año me han ayudado a ser mejor como persona, poder dar lo mejor de mí, ayudar a los que pueda, ofrecer lo que pude ofrecer, dar sin recibir a cambio, aprender de aquellos consejos que me han dado. Gracias…muchas gracias a aquellas personas que en mi vida han estado, que en los viajes he compartido y espero seguir compartiendo…con afecto…David Zevallos

jueves, 12 de julio de 2007

Cada mes de mayo, una celebración recorre el mundo andino con similar ímpetu, la Fiesta de las Cruces। En la provincia de Chupaca cobra singular importancia por ser el escenario donde, a partir de la tradición andina, se evoca al universo amazónico, a través de una danza conocida como Shapish, con la cual se rinde tributo al elemento más representativo de la religiosidad popular:
LA CRUZ


Doce barrios forman la ciudad de Chupaca, capital de la provincia del mismo en nombre en Junín, y en cada uno de ellos una capilla cobija exclusivamente a la cruz de mayo. Doce cruces de rústica madera y finamente decoradas por artistas populares anónimos con los símbolos indígenas y católicos que hoy armonizan en una misma devoción. En cada capilla el 2 de mayo por la noche se vela a la cruz y se le ofrecen castillos de fuegos artificiales, música, rezos y misas en la víspera de la fiesta de las cruces. Los chupaquinos se precian de tener una de las danzas más hermosas y coloridas del Valle del Mantaro, los Shapish de Chupaca, que se danza hoy en homenaje a las cruces y que el Instituto Nacional de Cultura ha reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación en agosto del 2006.

Shapish, la leyenda:
Cuenta la historia oral que, en tiempos de la expansión inca hacia el Valle del Mantaro, parte de los ejércitos de los wanka-chupacos, etnia de la zona, liderados por su jefe Anco-Huaillo, se refugiaron la selva central al no poder resistir la invasión cusqueña. Se dice que, tiempo después, ya anexado el valle al imperio, los chupaquinos regresaron y crearon una danza que refleja la vivencia en la selva y recrea los enfrentamientos bélicos por los que pasaron durante esa incursión. Cierta o no, los chupaquinos de hoy se apegan a esta versión que los refleja como guerreros aguerridos, rebeldes a la invasión, así como a la danza que los representa, el Shapish.
Aquilino Castro Vásquez, historiador local, sostiene que esta versión no tiene bases históricas que la respalden y cree que el origen de esta danza es una creación de los chupaquinos por imitación de los mitimaes Cañaris, Chachapoyas y Yaguas, grupos que los incas trasladaron al Valle del Mantaro। Conjuga con esta versión el hecho de que es frecuente encontrar en los pueblos andinos vecinos a las zonas de selva diversas danzas que recrean al poblador amazónico। (Informe completo en el vinculo SOLO DANZAS de este espacio )

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