Dicen que recordar es vivir, yo no estoy de acuerdo con esta frase.La vida nos enfrenta a cosas malas y buenas, nosotros nos encargamos de tomar lo bueno y desechar lo malo, mis viajes de cada año me han ayudado a ser mejor como persona, poder dar lo mejor de mí, ayudar a los que pueda, ofrecer lo que pude ofrecer, dar sin recibir a cambio, aprender de aquellos consejos que me han dado. Gracias…muchas gracias a aquellas personas que en mi vida han estado, que en los viajes he compartido y espero seguir compartiendo…con afecto…David Zevallos *****Dicen que recordar es vivir, yo no estoy de acuerdo con esta frase.La vida nos enfrenta a cosas malas y buenas, nosotros nos encargamos de tomar lo bueno y desechar lo malo, mis viajes de cada año me han ayudado a ser mejor como persona, poder dar lo mejor de mí, ayudar a los que pueda, ofrecer lo que pude ofrecer, dar sin recibir a cambio, aprender de aquellos consejos que me han dado. Gracias…muchas gracias a aquellas personas que en mi vida han estado, que en los viajes he compartido y espero seguir compartiendo…con afecto…David Zevallos

jueves, 1 de enero de 2009

ADIOS, MAESTRO

Patriarca del huaylarsh, Zenobio Daga uno de los grandes músicos del valle del Mantaro, nos dejo a principios de noviembre del año 2008. Su partida es, sin duda, una de las grandes perdidas del año que se fue.

La bravura de un toro andino protegió a Zenobio Dagha, en lugar de matarlo, cuando apenas tenía meses de nacido y había caído al suelo de la plaza de toros de Chupuro, de las espaldas de su madre que lo tenía envuelto con una manta de lana de carnero.
Era un 8 de agosto, fiesta patronal de Chupuro, distrito de Huancayo, y su madre había ingresado al coso para rescatar a su marido que, emocionado por unos tragos, porfiaba por torear. Esta feliz casualidad de sobrevivencia definió el destino de Zenobio Dagha, quien apenas a los cinco años ya tocaba el violín, más tarde el clarinete, el saxo y el arpa.
Años después lo acompañarían el violín y su orquesta típica, Juventud Huancaína, con la que caminó por los pueblos del Mantaro y llegó hasta Lima, donde se presentaba por igual en los primeros teatros y en los locales de la Carretera Central, llevando la inspiración de la letra y música de sus composiciones, de las que creó más de 700, entre huainos, mulizas, chonguinadas y huaylarsh.
Recuerdo una conversación, sentados al borde de su chacra, en su terruño de Chupuro, con la brisa del Mantaro y el mugido de las vacas. El maestro Zenobio Dagha, uno de los compositores más grandes del Mantaro, comentaba: "Aquí trabajo en la chacra. Mire mis verduras, las cultivo aquí tranquilo, hablando solo, parezco un loco. 'Yo soy como la piedra' digo, porque mis compoblanos no me comprenden, cuando me muera, después que me haya ido tal vez". Así hablaba, melancólico, don Zenobio, autor del huaino "Vaso de cristal", ese poema al amor, a la delicadeza, al respeto, a la vergüenza humana, al amor propio... "Noche de luna era / aquel momento / me hablabas cosas lindas / quiero oírte otra vez. / Háblame despacito / dímelo en secreto / eso sí no me gusta / que en voz alta me hables. / Las flores son muy lindas / hay que cuidarlas / así soy delicada / como el vaso de cristal". Bastaría esa sola composición para tenerlo entre los grandes del sentimiento huanca.
Juguetón y provocativo, a veces no quiere soltar prenda. Cuando le preguntamos qué lo inspiró para componer "Vaso de cristal", sonrió y nos dijo: "Fue por hacer un favor a una gran amiga, no puedo decir su nombre, no es nada malo, ni grave, ella quería contestar a una ofensa, a un engaño, y lo hice con las palabras más cariñosas, con el tono más tierno, para darle un ejemplo al causante de la ofensa".
En otra ocasión don Zenobio tenía que cumplir un compromiso musical para una fiesta patronal y le faltaban dos músicos para completar su orquesta. Viajó a la cercana Acolla, tierra de músicos, y pensó, de paso, visitar Jauja. Así fue. Buscó a sus colegas de Jauja y pudo contratar a los músicos que necesitaba.
Pero como se acostumbra en los pueblos andinos, todo convenio o trato logrado, se festeja. Comenzaron los brindis y los recuerdos salían a borbotones conforme iban llegando las cervezas. Don Zenobio pensó que ya le correspondía pedir una rueda de cervezas. Así lo hizo y cuando pidió la cuenta le contestaron que ya estaba pagado. No podía ser, si era él el que estaba pidiéndolas...
No discutió. Pasó un buen rato y, como vio que faltaban cervezas, volvió a pedir. Como la respuesta fue igual, se puso de pie y se acercó al mostrador. El dueño del negocio le explicó pausadamente que todo estaba pagado con anticipación. Don Zenobio regresó a la mesa de sus amigos y ocupó su lugar.
Un rato más y pretextó ir al baño. En un descuido de sus amigos salió a la calle. Era sábado, Jauja estaba de feria. Caminó como reconociendo las calles tantas veces paseadas. Llamó a un joven y habló con él. Momentos después ingresaba al bar donde lo esperaban sus amigos ya preocupados.
Detrás de él venían dos jóvenes cargando dos cajas de cerveza. Don Zenobio ayudó a bajarlas y poniéndolas sobre la mesa que había abandonado, habló con voz alta, estentórea, "Soy huancaíno por algo". Sus amigos se quedaron en una sola pieza y segundos después, dándose por vencidos abrazaban a don Zenobio y reían a carcajadas, festejando la ironía del compositor. En este preciso momento nacía otro de sus grandes huainos, "Soy huancaíno". "Yo soy huancaíno por algo / conózcanme bien amigos míos./ Tengo un caballo bien entrenado / mi lampa al lado y ese es mi orgullo..."
Es famosa la rivalidad entre Huancayo y Jauja. Fieles a esta costumbre, los jaujinos quisieron hacer a don Zenobio sentirse menos, mientras le invitaban cerveza, sin que él pudiera invitarles ni siquiera una, pues todos --hasta el dueño que también era jaujino-- se habían puesto de acuerdo para jugarle esta pasada.
También tiene otro hermoso huaino como homenaje y eterno recuerdo a su terruño: "Mi Chupuro", en él recuerda la fecha oficial de haber sido considerado como uno de los distritos de Huancayo. Como decimos líneas arriba, don Zenobio tiene más de 700 composiciones. Orquestas, bandas, conjuntos, solistas, los de mayor y menor trascendencia, han grabado sus hermosas composiciones.
Su violín mágico dio origen al documental sobre el huaylarsh "Lima Wass" dirigido por el cineasta Alejandro Rossi Vivanco, las puertas limeñas se abrieron de par en par gracias a la voz y donaire de Alicia Maguiña cantando el huaylars de don Zenobio Dagha "Casarme quiero". Todo un tiempo de fuerza y dignidad, de música y palabra queda en el recuerdo para el mejor entendimiento de lo nuestro.
Músicos de los Andes"Y esta multitud bajó con todos sus arreos, trajeron charango, kirkincho y bandurria, arpa y violín... con huaino y canto andino. Al cabo de pocos años, la Ciudad de los Reyes, llena de gente andina olvidó su desdén por los serranos". Estas palabras de José María Arguedas, recogidas en el texto principal del catálogo de la muestra "Fragmentos de una historia: La música andina en Lima" lo dicen prácticamente todo, pues lo que se celebra en esta exposición es precisamente esa invasión de Lima por parte de los pobladores de los Andes y el modo como su llegada ha terminado siendo, a la postre, una conquista musical de la capital.
Lejos de la perspectiva de "Desborde popular y crisis del Estado" del célebre libro de José Matos Mar, lo que esta muestra nos ofrece son las dulces melodías y los rostros de aquellos que las trajeron al arenal y, lejos de sus verdes valles de origen, las compartieron con todos.

Antonio Muñoz Monge

CUSCO - PERÚ

LIMA HISTORICA

FESTIARTE POR EL SUR - VILLA EL SALVADOR